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El contrato social en Hobbes, Rousseau y Locke en breves palabras
HOBBES
Hobbes fue uno
de los integrantes del Contractualismo, el cual proponía a la sociedad como
el resultado de un contrato entre sus partes.
Para ello
dispone en primer lugar un estado de naturaleza donde prima la igualdad
y la libertad, puesto que ningún hombre puede reclamar una clara superioridad
sobre otro, e incluso la condición de ser más fuerte o más culto se vuelve
insignificante, debido a que el más débil tiene la suficiente fuerza para matar
al más fuerte si espera el momento adecuado, a través de la estrategia.
Por otra parte,
hay libertad debido a que nadie está sometido a ninguna autoridad, y por ende, cada
individuo tiene la libertad de accionar como quiera incluso si esto
perjudica al otro. De este modo, al no haber una libertad legal que permita
una garantía de su seguridad, la igualdad procede a convertirse en
desconfianza, pues se crea un miedo a ser aniquilado, por lo que el hombre
se inclina a realizar la auto-conservación, por esta causa, el trabajo
no da frutos, pues al no haber un respaldo o protección para este, las posesiones
duran lo que las puedas defender.
Aparte de esto,
no hay lugar para argumentos que permitan resolver los conflictos, debido a que
no existe un vocabulario, recurriendo de esta manera a la resolución a
través de la violencia, por lo que hay una anarquía de acciones.
Cabe destacar que también se da una anarquía de significados, cada uno
utiliza los términos como “justo”, “injusto”, “mío” o “tuyo” de la manera
más favorable para sí mismo, no existe un poder que regule tales comportamientos.
Las tres
causas principales por las que se produce una discordia son, en primer
lugar, la competencia, la cual utiliza la violencia para lograr un beneficio,
la desconfianza por un tema de defensa y/o seguridad, y la gloria,
que busca una mayor reputación. Esta situación provoca que se desarrolle, tal como
dice la ley fundamental de la naturaleza, un estado de guerra de
todos contra todos, pues al tener los mismos intereses, cada uno
utilizará los medios que sea necesario para defender su vida. Por ello se dice
que “el hombre es el lobo del hombre”, este se encuentra
violentando sobre su propia especie a través de su egoísmo.
De este modo se
propone como solución, a través de la segunda ley de la naturaleza, renunciar
de forma mutua a los derechos de libertad para tener una garantía y protección de
manera igual para todos respecto a sus bienes o vida, lo que indicaría
atribuirle la soberanía a una entidad artificial, la cual sería el Estado, este
necesariamente para Hobbes debe ser una Monarquía absoluta, ya que impide
la existencia de una lucha de facciones que suele darse en la
división de poderes, no logrando así acuerdos nominalistas. Este impone
respeto y temor, por lo que se lo relaciona con un monstruo marino llamado
Leviatán; el cual es un cuerpo artificial, por ende, es el
resultado de la suma total de voluntades, en otras palabras, el Estado
es el producto del hombre, y este es dominado por el monarca, quien posee
el poder absoluto de modo que nadie puede ir en contra o limitarlo.
Se lleva a cabo
así un contrato social, el cual atendiendo a la tercera ley de la naturaleza,
debe ser cumplido en su totalidad, sino este sería creado en vano, o anulado,
pues la falta de compromiso haría surgir el estado de guerra nuevamente.
La fuerza que era utilizada por todos como modo de defensa, pasa
a convertirse en un monopolio perteneciente al Estado, a la vez, este
establece un nominalismo, denominando qué es “justo” e “injusto” según
su criterio, el cual deberá ser respetado como tal, pues posee el poder
absoluto.
Aún así, el
Estado no elimina la violencia, sino que la disminuye a través del uso de
reglas, y la persona no pierde su estado de auto-conservación, pues puede
defenderse si es necesario. Pero el gran poder que se denota al monarca es
en gran medida peligroso, puesto que puede hacer daño a la propia población,
ya que si bien parte de asegurar la paz, a diferencia de los demás, este no
renuncia a nada, se encuentra por fuera del contrato social.
Esto se puede
ver en claro en el ejemplo del barco, donde a través de la teoría de la
autorización se refleja la relación entre los gobernantes y gobernados; este
relata que si un propietario de un barco elige un capitán para que gobierne su
nave, le estará otorgando el poder de decisión sobre este, por lo que se
da un acto de delegación, ya que ha surgido una nueva autoridad, esto
significa que el capitán podrá imponer su poder ante la tripulación y
manejar el navío, pues este poder se le ha conferido, y sus decisiones
deben ser tomadas como solidarias. Sin embargo, el propietario
mantendrá la responsabilidad en el caso de que el capitán, que
conscientemente designó, cometa fallas. No obstante, al momento de
delegar un capitán, deberá alinearse el principio de no interferencia,
de modo que no se podrá oponer a las decisiones de quien actúa en su
nombre, siempre y cuando se respeten los límites que se establecieron durante
el pacto. Tales elementos hacen alusión a la soberanía que le conceden las
personas en el estado de naturaleza (representados en el propietario) al
soberano (el cual sería el capitán), de modo que este puede gobernar, sin
ser tomado como el dueño legítimo del navío (Estado) sino como un
representante, formándose así una sociedad (simbolizada en la
tripulación) que confía que este les garantice su seguridad y bienestar, a
cambio de haberle concedido su libertad.
ROUSSEAU
Rousseau
presenta un estado de naturaleza de igualdad y libertad pero ubicando al
hombre como un buen salvaje, debido a que tiene un carácter extremadamente
tranquilo, de esta manera se contrapone a la idea de que el hombre por
naturaleza es malo y que necesita una autoridad que lo regule, sino que
manifiesta que este es bueno en su comienzo, y es la sociedad la que lo corrompe.
Este estado es
de perfecta armonía, el autor indica que la etapa primitiva es la más
feliz e ideal, pues reina el amor propio, el hombre se encarga plenamente
de cumplir sus necesidades, y al quererse a sí mismo no necesita de relaciones
sociales o agrupaciones, por ende no se da la competencia y no se ve
afectado por conflictos. El autor manifiesta que el hombre nunca debió haber
salido del estado de naturaleza, por su bien y el bien de los demás, por lo que
haberlo hecho fue una fatal casualidad.
La salida de
este está marcada por la agrupación, puesto que debido al incremento de
individuos con sus respectivas necesidades y los bienes reducidos, el hombre ve
útil y necesario acercarse a otros y ofrecerse ayuda mutua, pues se da
cuenta que las actividades son más provechosas si se realizan en grupo,
de este modo, se elimina la igualdad y aparece la propiedad, donde es
indispensable el trabajo. De esta forma el hombre al observar al otro, percata
en él cualidades admirables, que lo llevan a compararse. Esta comparación
despierta sentimientos de envidia, ambición, competencia, orgullo, etc,
conduciendo al ser y el parecer, pues para enfrentarse a otros que de
verdad poseen cierta cualidad, este decide aparentar, y no ser en su pura realidad,
de modo que pueda obtener una mayor autoridad o superioridad.
El hombre comienza
a ser mucho más estratega, lo que lleva a una situación perversa, pues
este es consciente de que finge para su conveniencia; por lo que esta situación
gesta la desigualdad de clases en torno al rico y al pobre que se termina
de acentuar con la rivalidad, y la propiedad privada, pues este declara algo
suyo a partir de que los demás le creen, habiendo una necesidad de dominar,
desarrollándose así un estado de guerra.
Este estado de
guerra contiene desconfianza, violencia, e inseguridad, lo que genera temor
al despojo de bienes o a la vida misma, por lo que los individuos tienden a
la auto-conservación. De esta forma se considera que los más débiles
son los pobres y los más fuertes los ricos, y estos últimos intentan
persuadir a los primeros a través del discurso ilegítimo. Este dice “unámonos,
para proteger a los débiles contra la opresión, contener a los ambiciosos
y asegurar a cada uno la posesión de aquello que le pertenece. Fundamentemos
leyes de justicia y paz, a cuya conformidad se obliguen todos, sin
excepción de nadie, para que de esta manera se corrija los caprichos de la fortuna,
sometiendo por igual al poderoso y al débil al cumplimiento de recíprocos
deberes. En una palabra, en lugar de volver nuestras fuerzas contra nosotros
mismos, reunámosla en un poder supremo que nos gobierne según sabias
leyes, que proteja y defienda a los asociados, rechace comunes enemigos
y nos mantenga en constante armonía.” Sin embargo esto ocultaba un privilegio
de un sector reducido que contiene el poder, pues los poderosos querían
que los débiles se unan a ellos y los defiendan, a cambio de seguridad y
obediencia, por lo tanto no es una lucha por la igualdad o la justicia,
pero los últimos no tienen otra opción que aceptarlo. Por ello se establece
la frase “todos corrieron al encuentro de sus cadenas creyendo asegurar
su libertad”, pues no percataron el peligro del nacimiento de una sociedad
civil que no buscaba el bien común, sino aumentar las fuerzas de una
minoría poderosa y su auto-conservación destruyendo la esperanza de los más
débiles y su libertad.
De este modo, para
buscar el bien común, se enuncia un contrato social, que tiene como
objetivo encontrar una forma de asociación donde se recupere la libertad
e igualdad que se poseía en el estado de naturaleza y se había perdido con
el pacto ilegítimo, y que sea defienda y proteja a la persona tanto como a sus
bienes, lográndose a través de la unificación. Por consiguiente, este colectivo
hace llegar así a una voluntad general manifestada a través de un cuerpo
público, Estado el cual es denominado República, la cual se diferencia a
la voluntad particular, pues esta es la capacidad de cada individuo de
decidir.
Se distingue
así, que cuando se es activo a este, se le denomina “poder”, y pasivo, “soberano”,
constituyendo así en su colectivo al “pueblo”, y de manera particular, “ciudadanos”,
en la medida en que participen de la soberanía, o “súbditos” si
meramente son sometidos a las leyes. No obstante, la libertad e igualdad que
existe está sujeta al cumplimiento del contrato, o sea, a que todos los
hombres cumplan con este, por lo que al no hacerlo se incurre a una
injusticia, de la cual se obtendrá una sanción dada por medio de
las leyes.
LOCKE
El objetivo primordial de Locke es demostrar
cómo el hombre puede acceder a la propiedad privada sin necesidad de un contrato.
Para ello toma
como punto de partida al génesis (estado de naturaleza donde no hay propiedad)
e indica que Dios nos proporcionó la tierra al género humano, y por
ende, esta es de todos, por lo que el hombre puede servirse de ella dándole
un buen uso, tal como para su bienestar o auto-conservación. Esta primera
propiedad se denomina auto-gobierno, pues los hombres no se encuentran
sujetos a ninguna autoridad.
Entonces, dado
que todo lo que está en la naturaleza no tiene un dominio en particular, o sea,
que no le pertenece exclusivamente a un hombre, la única forma de
extraer algo de ella y que se vuelva mi pertenencia, de modo que nadie
más tenga derecho sobre esta, es a través del trabajo, el cual es la segunda
propiedad de Locke. De este modo, toda cosa que el hombre saque de la
naturaleza a su debida cantidad, la trabaje y la produzca, la estaría modificando
agregándole algo que es suyo: su esfuerzo, y por ende pasa a ser propiedad
del hombre de manera legítima porque la sacó de su estado natural, por ley
de la propia naturaleza. Por lo tanto, sin necesitar del consentimiento de
todos para tomar algo, se dice que la propiedad es el resultado del trabajo
y el esfuerzo que la garantizan, al apropiarse de algo que se encuentra
en su estado natural. Esta propiedad es armoniosa, puesto que no genera desigualdad,
todos tienen el mismo acceso a la naturaleza, incluso, Locke admite la posibilidad
a heredar la propiedad, basándose en que la familia es una sociedad
natural, y por ende, a cada uno le corresponde su debida parte.
Sin embargo, si
bien Dios proporcionó abundancia, el derecho a la propiedad tiene un límite,
se debe acceder en la medida exacta en que haya suficiente para los demás y en
que yo esté dispuesto a usar, por lo que el límite de la propiedad
no consiste en la cantidad de cosas poseídas, sino en que estas posesiones
sean perdurables, debo tomar aquello que he de consumir en tanto pueda
satisfacer mis necesidades. De este modo, si produzco algo y esto se
echa a perder, indica que he tomado lo que no me correspondía, pues
Dios no creó nada con el objetivo de que el hombre lo destruya, sino que le
dio la razón al hombre de que trabaje la tierra, pues esta contiene todo lo demás,
y su trabajo no será una desventaja para los demás, pues aún con mi propiedad
quedaría tierra suficiente, sino por el contrario, es una ventaja, pues la
tierra adquiere mejor calidad a través del esfuerzo para poder abastecerme.
En este sentido
ingresan los términos de cantidad y necesidad, que indican la desigualdad
en tanto que dependerá del sujeto en cuestión, lo que este necesite para
satisfacerse, que puede ser igual o no a la cantidad de los demás. Aún así, nadie
le quitará el derecho a los demás de abastecerse, siempre y cuando exista
cantidad suficiente para todos.
Asimismo, el
hombre no puede desear el resultado del trabajo de los demás, pues todos
tienen el derecho de trabajar y la posibilidad de producir para obtener sus
propios frutos en cuanto a sus necesidades, por lo que hacerlo y arrebatar la
propiedad del otro sería querer aprovecharse de los esfuerzos ajenos, de los
cuales no se tiene derecho.
No obstante,
como una tercera propiedad, Locke toma en cuenta la acumulación de bienes
que conduce al uso de bienes perdurables, tal como los minerales.
Esto sucede debido a la productividad de la tierra, donde cada sujeto consume
más o menos que los demás, y por ende, respetando la ley de la naturaleza donde
todos tienen derecho a abastecerse de la misma, se puede producir más de lo
consumido y de esta forma acumular, pues el resultado de esta producción,
independientemente si los demás hicieron provecho o no de lo que les
corresponde, me pertenece, pues le adjudiqué un esfuerzo. Este mismo esfuerzo
es el que le da el valor a los bienes, por lo que para evitar que la acumulación
se eche a perder, se debe realizar un intercambio donde se ponga en
marcha la equivalencia, el trueque debe llevarse a cabo por la misma
cantidad, o por el mismo valor. En este momento se da la invención del
dinero, pues se busca llegar a un bien que perdure en el tiempo, por lo que
los minerales, tal como la plata y el oro, no se estropean, permitiendo así
aumentar las posesiones sin dañar a los demás y respetando la ley.
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