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¿Es aconsejable constituir un BIEN DE FAMILIA?

  A modo de conceptualizar, para que un bien inmueble sea considerado “bien de familia” debe haberse constituido como tal ya sea por imperio de la ley (en donde esta indique que cierto bien será un bien de familia) o de forma voluntaria (siguiendo ciertos requisitos formales). De esta forma, dicho inmueble pasa a tener una legislación especial , y por lo tanto una protección mayor , más allá de las disposiciones genéricas sobre la protección de la vivienda y la familia que ya se indican en la Constitución (arts. 11, 32, 45 y sobre todo el 49 que nos da pie a este caso). Los requisitos para su constitución giran justamente alrededor de la familia como institución a proteger: se requiere la existencia de una familia (que así como en la Constitución no se define qué se entiende por familia, sin embargo establece en el art. 6 de la ley 15.597 una serie de numerales de quienes pueden constituirlo y a favor de quién), que el bien inmueble tenga ciertas características (debe ser prop...

El contrato social en Hobbes, Rousseau y Locke en breves palabras

ESTADO DE NATURALEZA Y CONTRATO SOCIAL

HOBBES

Hobbes fue uno de los integrantes del Contractualismo, el cual proponía a la sociedad como el resultado de un contrato entre sus partes.

Para ello dispone en primer lugar un estado de naturaleza donde prima la igualdad y la libertad, puesto que ningún hombre puede reclamar una clara superioridad sobre otro, e incluso la condición de ser más fuerte o más culto se vuelve insignificante, debido a que el más débil tiene la suficiente fuerza para matar al más fuerte si espera el momento adecuado, a través de la estrategia.

Por otra parte, hay libertad debido a que nadie está sometido a ninguna autoridad, y por ende, cada individuo tiene la libertad de accionar como quiera incluso si esto perjudica al otro. De este modo, al no haber una libertad legal que permita una garantía de su seguridad, la igualdad procede a convertirse en desconfianza, pues se crea un miedo a ser aniquilado, por lo que el hombre se inclina a realizar la auto-conservación, por esta causa, el trabajo no da frutos, pues al no haber un respaldo o protección para este, las posesiones duran lo que las puedas defender.

Aparte de esto, no hay lugar para argumentos que permitan resolver los conflictos, debido a que no existe un vocabulario, recurriendo de esta manera a la resolución a través de la violencia, por lo que hay una anarquía de acciones. Cabe destacar que también se da una anarquía de significados, cada uno utiliza los términos como “justo”, “injusto”, “mío” o “tuyo” de la manera más favorable para sí mismo, no existe un poder que regule tales comportamientos.

Las tres causas principales por las que se produce una discordia son, en primer lugar, la competencia, la cual utiliza la violencia para lograr un beneficio, la desconfianza por un tema de defensa y/o seguridad, y la gloria, que busca una mayor reputación. Esta situación provoca que se desarrolle, tal como dice la ley fundamental de la naturaleza, un estado de guerra de todos contra todos, pues al tener los mismos intereses, cada uno utilizará los medios que sea necesario para defender su vida. Por ello se dice que “el hombre es el lobo del hombre”, este se encuentra violentando sobre su propia especie a través de su egoísmo.

De este modo se propone como solución, a través de la segunda ley de la naturaleza, renunciar de forma mutua a los derechos de libertad para tener una garantía y protección de manera igual para todos respecto a sus bienes o vida, lo que indicaría atribuirle la soberanía a una entidad artificial, la cual sería el Estado, este necesariamente para Hobbes debe ser una Monarquía absoluta, ya que impide la existencia de una lucha de facciones que suele darse en la división de poderes, no logrando así acuerdos nominalistas. Este impone respeto y temor, por lo que se lo relaciona con un monstruo marino llamado Leviatán; el cual es un cuerpo artificial, por ende, es el resultado de la suma total de voluntades, en otras palabras, el Estado es el producto del hombre, y este es dominado por el monarca, quien posee el poder absoluto de modo que nadie puede ir en contra o limitarlo.

Se lleva a cabo así un contrato social, el cual atendiendo a la tercera ley de la naturaleza, debe ser cumplido en su totalidad, sino este sería creado en vano, o anulado, pues la falta de compromiso haría surgir el estado de guerra nuevamente. La fuerza que era utilizada por todos como modo de defensa, pasa a convertirse en un monopolio perteneciente al Estado, a la vez, este establece un nominalismo, denominando qué es “justo” e “injusto” según su criterio, el cual deberá ser respetado como tal, pues posee el poder absoluto.

Aún así, el Estado no elimina la violencia, sino que la disminuye a través del uso de reglas, y la persona no pierde su estado de auto-conservación, pues puede defenderse si es necesario. Pero el gran poder que se denota al monarca es en gran medida peligroso, puesto que puede hacer daño a la propia población, ya que si bien parte de asegurar la paz, a diferencia de los demás, este no renuncia a nada, se encuentra por fuera del contrato social.

Esto se puede ver en claro en el ejemplo del barco, donde a través de la teoría de la autorización se refleja la relación entre los gobernantes y gobernados; este relata que si un propietario de un barco elige un capitán para que gobierne su nave, le estará otorgando el poder de decisión sobre este, por lo que se da un acto de delegación, ya que ha surgido una nueva autoridad, esto significa que el capitán podrá imponer su poder ante la tripulación y manejar el navío, pues este poder se le ha conferido, y sus decisiones deben ser tomadas como solidarias. Sin embargo, el propietario mantendrá la responsabilidad en el caso de que el capitán, que conscientemente designó, cometa fallas. No obstante, al momento de delegar un capitán, deberá alinearse el principio de no interferencia, de modo que no se podrá oponer a las decisiones de quien actúa en su nombre, siempre y cuando se respeten los límites que se establecieron durante el pacto. Tales elementos hacen alusión a la soberanía que le conceden las personas en el estado de naturaleza (representados en el propietario) al soberano (el cual sería el capitán), de modo que este puede gobernar, sin ser tomado como el dueño legítimo del navío (Estado) sino como un representante, formándose así una sociedad (simbolizada en la tripulación) que confía que este les garantice su seguridad y bienestar, a cambio de haberle concedido su libertad.

ROUSSEAU

Rousseau presenta un estado de naturaleza de igualdad y libertad pero ubicando al hombre como un buen salvaje, debido a que tiene un carácter extremadamente tranquilo, de esta manera se contrapone a la idea de que el hombre por naturaleza es malo y que necesita una autoridad que lo regule, sino que manifiesta que este es bueno en su comienzo, y es la sociedad la que lo corrompe.

Este estado es de perfecta armonía, el autor indica que la etapa primitiva es la más feliz e ideal, pues reina el amor propio, el hombre se encarga plenamente de cumplir sus necesidades, y al quererse a sí mismo no necesita de relaciones sociales o agrupaciones, por ende no se da la competencia y no se ve afectado por conflictos. El autor manifiesta que el hombre nunca debió haber salido del estado de naturaleza, por su bien y el bien de los demás, por lo que haberlo hecho fue una fatal casualidad.

La salida de este está marcada por la agrupación, puesto que debido al incremento de individuos con sus respectivas necesidades y los bienes reducidos, el hombre ve útil y necesario acercarse a otros y ofrecerse ayuda mutua, pues se da cuenta que las actividades son más provechosas si se realizan en grupo, de este modo, se elimina la igualdad y aparece la propiedad, donde es indispensable el trabajo. De esta forma el hombre al observar al otro, percata en él cualidades admirables, que lo llevan a compararse. Esta comparación despierta sentimientos de envidia, ambición, competencia, orgullo, etc, conduciendo al ser y el parecer, pues para enfrentarse a otros que de verdad poseen cierta cualidad, este decide aparentar, y no ser en su pura realidad, de modo que pueda obtener una mayor autoridad o superioridad.

El hombre comienza a ser mucho más estratega, lo que lleva a una situación perversa, pues este es consciente de que finge para su conveniencia; por lo que esta situación gesta la desigualdad de clases en torno al rico y al pobre que se termina de acentuar con la rivalidad, y la propiedad privada, pues este declara algo suyo a partir de que los demás le creen, habiendo una necesidad de dominar, desarrollándose así un estado de guerra.

Este estado de guerra contiene desconfianza, violencia, e inseguridad, lo que genera temor al despojo de bienes o a la vida misma, por lo que los individuos tienden a la auto-conservación. De esta forma se considera que los más débiles son los pobres y los más fuertes los ricos, y estos últimos intentan persuadir a los primeros a través del discurso ilegítimo. Este dice “unámonos, para proteger a los débiles contra la opresión, contener a los ambiciosos y asegurar a cada uno la posesión de aquello que le pertenece. Fundamentemos leyes de justicia y paz, a cuya conformidad se obliguen todos, sin excepción de nadie, para que de esta manera se corrija los caprichos de la fortuna, sometiendo por igual al poderoso y al débil al cumplimiento de recíprocos deberes. En una palabra, en lugar de volver nuestras fuerzas contra nosotros mismos, reunámosla en un poder supremo que nos gobierne según sabias leyes, que proteja y defienda a los asociados, rechace comunes enemigos y nos mantenga en constante armonía.” Sin embargo esto ocultaba un privilegio de un sector reducido que contiene el poder, pues los poderosos querían que los débiles se unan a ellos y los defiendan, a cambio de seguridad y obediencia, por lo tanto no es una lucha por la igualdad o la justicia, pero los últimos no tienen otra opción que aceptarlo. Por ello se establece la frase “todos corrieron al encuentro de sus cadenas creyendo asegurar su libertad”, pues no percataron el peligro del nacimiento de una sociedad civil que no buscaba el bien común, sino aumentar las fuerzas de una minoría poderosa y su auto-conservación destruyendo la esperanza de los más débiles y su libertad.

De este modo, para buscar el bien común, se enuncia un contrato social, que tiene como objetivo encontrar una forma de asociación donde se recupere la libertad e igualdad que se poseía en el estado de naturaleza y se había perdido con el pacto ilegítimo, y que sea defienda y proteja a la persona tanto como a sus bienes, lográndose a través de la unificación. Por consiguiente, este colectivo hace llegar así a una voluntad general manifestada a través de un cuerpo público, Estado el cual es denominado República, la cual se diferencia a la voluntad particular, pues esta es la capacidad de cada individuo de decidir.

Se distingue así, que cuando se es activo a este, se le denomina “poder”, y pasivo, “soberano”, constituyendo así en su colectivo al “pueblo”, y de manera particular, “ciudadanos”, en la medida en que participen de la soberanía, o “súbditos” si meramente son sometidos a las leyes. No obstante, la libertad e igualdad que existe está sujeta al cumplimiento del contrato, o sea, a que todos los hombres cumplan con este, por lo que al no hacerlo se incurre a una injusticia, de la cual se obtendrá una sanción dada por medio de las leyes.

LOCKE

El objetivo primordial de Locke es demostrar cómo el hombre puede acceder a la propiedad privada sin necesidad de un contrato.

Para ello toma como punto de partida al génesis (estado de naturaleza donde no hay propiedad) e indica que Dios nos proporcionó la tierra al género humano, y por ende, esta es de todos, por lo que el hombre puede servirse de ella dándole un buen uso, tal como para su bienestar o auto-conservación. Esta primera propiedad se denomina auto-gobierno, pues los hombres no se encuentran sujetos a ninguna autoridad.

Entonces, dado que todo lo que está en la naturaleza no tiene un dominio en particular, o sea, que no le pertenece exclusivamente a un hombre, la única forma de extraer algo de ella y que se vuelva mi pertenencia, de modo que nadie más tenga derecho sobre esta, es a través del trabajo, el cual es la segunda propiedad de Locke. De este modo, toda cosa que el hombre saque de la naturaleza a su debida cantidad, la trabaje y la produzca, la estaría modificando agregándole algo que es suyo: su esfuerzo, y por ende pasa a ser propiedad del hombre de manera legítima porque la sacó de su estado natural, por ley de la propia naturaleza. Por lo tanto, sin necesitar del consentimiento de todos para tomar algo, se dice que la propiedad es el resultado del trabajo y el esfuerzo que la garantizan, al apropiarse de algo que se encuentra en su estado natural. Esta propiedad es armoniosa, puesto que no genera desigualdad, todos tienen el mismo acceso a la naturaleza, incluso, Locke admite la posibilidad a heredar la propiedad, basándose en que la familia es una sociedad natural, y por ende, a cada uno le corresponde su debida parte.

Sin embargo, si bien Dios proporcionó abundancia, el derecho a la propiedad tiene un límite, se debe acceder en la medida exacta en que haya suficiente para los demás y en que yo esté dispuesto a usar, por lo que el límite de la propiedad no consiste en la cantidad de cosas poseídas, sino en que estas posesiones sean perdurables, debo tomar aquello que he de consumir en tanto pueda satisfacer mis necesidades. De este modo, si produzco algo y esto se echa a perder, indica que he tomado lo que no me correspondía, pues Dios no creó nada con el objetivo de que el hombre lo destruya, sino que le dio la razón al hombre de que trabaje la tierra, pues esta contiene todo lo demás, y su trabajo no será una desventaja para los demás, pues aún con mi propiedad quedaría tierra suficiente, sino por el contrario, es una ventaja, pues la tierra adquiere mejor calidad a través del esfuerzo para poder abastecerme.

En este sentido ingresan los términos de cantidad y necesidad, que indican la desigualdad en tanto que dependerá del sujeto en cuestión, lo que este necesite para satisfacerse, que puede ser igual o no a la cantidad de los demás. Aún así, nadie le quitará el derecho a los demás de abastecerse, siempre y cuando exista cantidad suficiente para todos.

Asimismo, el hombre no puede desear el resultado del trabajo de los demás, pues todos tienen el derecho de trabajar y la posibilidad de producir para obtener sus propios frutos en cuanto a sus necesidades, por lo que hacerlo y arrebatar la propiedad del otro sería querer aprovecharse de los esfuerzos ajenos, de los cuales no se tiene derecho.

No obstante, como una tercera propiedad, Locke toma en cuenta la acumulación de bienes que conduce al uso de bienes perdurables, tal como los minerales. Esto sucede debido a la productividad de la tierra, donde cada sujeto consume más o menos que los demás, y por ende, respetando la ley de la naturaleza donde todos tienen derecho a abastecerse de la misma, se puede producir más de lo consumido y de esta forma acumular, pues el resultado de esta producción, independientemente si los demás hicieron provecho o no de lo que les corresponde, me pertenece, pues le adjudiqué un esfuerzo. Este mismo esfuerzo es el que le da el valor a los bienes, por lo que para evitar que la acumulación se eche a perder, se debe realizar un intercambio donde se ponga en marcha la equivalencia, el trueque debe llevarse a cabo por la misma cantidad, o por el mismo valor. En este momento se da la invención del dinero, pues se busca llegar a un bien que perdure en el tiempo, por lo que los minerales, tal como la plata y el oro, no se estropean, permitiendo así aumentar las posesiones sin dañar a los demás y respetando la ley.


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